sábado, 22 de noviembre de 2008

25 de Noviembre. Día Internacional de la No Violencia contra las mujeres.

Un flagelo que aún continúa.

En la actualidad es muy común escuchar consideraciones acerca de los diferentes cambios sociales y el nuevo rol que cumple la mujer en ellos. Si bien es notorio que dicho rol se ha modificado con respecto a décadas anteriores, es arriesgado sostener que la cuestión de la violencia hacia la mujer haya progresado.
Aunque las mujeres en el presente, hemos logrado hacernos un espacio dentro de esta sociedad de corte machista, ya sea en aspectos relacionados con los derechos sociales, laborales, políticos, sexuales, etc., resulta evidente que las costumbres, el lenguaje, la educación y la división del trabajo siguen actuando como medidas coercitivas hacia nosotras. Es así como detrás de los actos más cotidianos en la vida de cada hombre y mujer, se esconde el sometimiento implícito (y muchas veces explicito) de un sexo sobre el otro.
En este marco, la violencia contra el género femenino cobra un papel preponderante dentro de la problemática habitual del género a nivel mundial. Es importante considerar a la violencia no solo como daños físicos sino también sexuales o psicológicos. Incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad.









Las cifras resultan alarmantes. Según la Organización de las Naciones Unidas en el mundo el 25% de las mujeres son violadas en algún momento de su vida y una de cada tres sufrirá alguna forma de violencia. Dependiendo del país, de un 25 a un 75% de las mujeres son maltratadas físicamente en sus hogares de forma habitual. La violencia de género es la segunda causa de muerte de mujeres de menos de 40 años. Se estima que cerca de 120 millones de mujeres han padecido mutilaciones genitales.
Nuestro país no escapa a las graves estadísticas y las condiciones no parecen mejorar. Por un lado contamos con legislaciones que contemplan los derechos de las mujeres y la creación de los correspondientes organismos oficiales que se ocupan de tratar las diversas problemáticas. Sin embargo existe otra cuestión implícita y operante que prevalece sobre la primera y que tiene que ver con la falta de prevención y recaudos para erradicar la violencia cotidiana que soportan las mismas. Las circunstancias son complejas y muchas veces se intenta pasar por alto, o evadir la cuestión de fondo, tratando el tema de la violencia hacia la mujer como un delito más. La indiferencia policial frente a la denuncia de maltrato familiar o de amenazas de muerte, la levedad de las penas contra los autores de los crímenes, pasando por la falta de voluntad política de incorporar a la currícula de las instituciones educativas la educación para la igualdad de género son algunas de las causas que permiten que esta realidad no logre revertirse.
También existe un gran vacío en cuanto a la implementación de medidas concretas tendientes a proteger a las mujeres maltratadas, como los refugios o la urgente separación del golpeador del hogar y un plan que contemple el tratamiento y rehabilitación de los hombres que practican sistemáticamente la violencia en sus relaciones (parejas, hijas, empleadas, madres, etc.,). La situación empeora si tenemos en cuenta que tampoco se han registrado cifras exactas y oficiales acerca de dicha violencia en nuestro país. Ni siquiera se han hecho estudios rigurosos al respecto. No obstante alcanza con observar las crónicas policiales o los datos de algunas ONG para alcanzar a dimensionar este flagelo.
Todavía se sigue considerando a los casos de asesinatos vinculándolos a móviles pasionales logrando de esta manera justificar y atenuar la violencia irracional de sus asesinos mediante comentarios vergonzosos como “era una loca”, “se la busco”, etc., comentarios que renuevan el “por algo será” con el cual se justificó el genocidio de la última dictadura militar.
Las mujeres han comenzado a hacerse un espacio dentro de esta sociedad, sin embargo, aún no se ha logrado eliminar los prejuicios machistas y estereotipos que refuerzan y hasta justifican la violencia contra ellas.
Es deber de la sociedad en su conjunto lograr comprender los cimientos sociales, políticos, psicológicos y religiosos que fundamentan la discriminación, la desigualdad, la violencia y la exclusión de género que sustentan estas terribles conductas, para luego poder construir desde todas las esferas, ya sean políticas, sociales y fundamentalmente educativas propuestas que logren establecer las bases de una sociedad con justicia de género.
Ante esto debemos considerar la conmemoración por el Día de la No Violencia Contra las Mujeres como un importante paso dado para comenzar a quitar el velo que invisibiliza el padecimiento al que son sometidas miles de mujeres a lo largo y ancho del mundo.



Una historia entre tantas otras…

El 25 de noviembre carga con su propia historia. Con la historia de tres hermanas que, al igual que millones de mujeres alrededor de todo el mundo, sufren la violencia cotidiana del machismo que aún continúa instalado profundamente en las diferentes sociedades.
Entre 1924 y 1935 nacían en República Dominicana las hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa. Estas mujeres tuvieron la valentía de luchar por la libertad política de su país, oponiéndose firmemente a una de las dictaduras más férreas que ha tenido Latinoamérica desde 1930 hasta 1961, la de Rafael Leonidas Trujillo. En aquella época de cruentos asesinatos clandestinos, persecuciones políticas, violencia callejera, chantajes sexuales y violaciones, las tres Mariposas (seudónimo con el cual se hacían llamar) resistían desde la clandestinidad. Sin embargo no se salvaron de ser perseguidas y encarceladas varias veces por el impune gobierno tiránico.
El 25 de noviembre de 1960, cuando las tres hermanas regresaban de Puerto Plata donde habían visitado a sus maridos presos, fueron secuestradas por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y luego asesinadas a golpes, siendo sus cadáveres lanzados al abismo, intentando aparentar un accidente.
Días antes, el dictador Trujillo había afirmado que sólo tenía dos enemigos: La Iglesia y las hermanas Mirabal.
En 1981 se realiza el Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe con el objetivo de asentar un punto de partida para concientizar a la sociedad y exigir a los gobiernos acciones específicas para eliminar la violencia contra la mujer. De esta manera se propone que el día 25 de noviembre sea establecido como un día de reflexión y lucha contra la violencia hacia la mujer en homenaje a las hermanas Mirabal. Finalmente, en 1999, la Organización de las Naciones Unidas proclama esa misma fecha como el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer.